Creadoras: «Nada que celebrar este Día de la Mujer»
marzo 7, 2018
El Universal
Celebrar o no: ¿qué celebrar?, ¿hay que celebrar? Cada año, la fecha trae a la mesa reflexiones, historias y denuncias, pero cuando pasa el Día Internacional de la Mujer, la suma de hechos dolorosos incrementa las cifras y las escenas reconfirman que los años pasan y casi nada cambia para las mujeres. Cuatro escritoras y artistas que desde su obra han promovido la lucha por los derechos de las mujeres, por la igualdad y la dignidad de sus trabajos, por el ejercicio de la libertad y la búsqueda de la felicidad, reflexionan en torno de lo que este 8 de marzo significa y la posibilidad de celebrar, si es que hay que celebrar.
La artista visual Lorena Wolffer, la poeta y escritora Carmen Boullosa, la ilustradora y escritora Valeria Gallo y la historiadora Patricia Galeana (directora del Museo de la Mujer) ofrecen sus reflexiones a propósito de esta fecha que nació de una tragedia —en 1911 murieron calcinadas 146 mujeres trabajadoras de una fábrica textil en Nueva York—. Una fecha que, al paso de los años, debería proveernos de otras noticias, pero nada, ahí seguimos, repitiendo historias.
Lorena Wolffer, artista visual. Para quienes cuestionamos el sistema de género, la palabra mujer no refiere a una realidad estable y biológicamente comprobable, sino a una de dos categorías culturalmente producidas que es colocada en permanente desventaja frente a la otra. Desde ese posicionamiento empezaría por abogar que su uso sea siempre en plural para, por lo menos, ensanchar y ampliar la categoría. Así, para mí el 8 de marzo es el Día Internacional de las Mujeres e incluye a todas las personas que, de cualquier forma, se reconocen en esa categoría.
Ahora, si recordamos que lo que se conmemora son las luchas por nuestros derechos, resulta improbable que podamos considerarlo como un día celebratorio. Aunque en México supuestamente ya gozamos de los mismos derechos que los hombres, por lo menos en papel, la realidad va en otro sentido: aquí las mujeres somos desechables y vivimos al margen del estado de derecho. A diario se cometen siete feminicidios y 35 violaciones, y cualquier acción que las denuncie o dispute el sistema de género es recibida con más violencia, llegando incluso a las amenazas de muerte. Esta realidad es aún más perversa si consideramos que el Estado invierte más en proyectos, políticas y programas que simulan atender y erradicar las discriminaciones y violencias contra las mujeres, que en otros que verdaderamente persigan ese objetivo.
No, no hay nada que celebrar.
Valeria Gallo, escritora e ilustradora
En marzo de 1911 hubo un incendio en una fábrica textil en la ciudad de Nueva York, más de 100 mujeres murieron encerradas en el edificio. En el terremoto de 1985, en la Ciudad de México, cientos de costureras murieron atrapadas en los escombros de los talleres en San Antonio Abad. En el sismo de septiembre de 2017, personas atrapadas en fábricas en las cercanías del Centro Histórico, la mayoría mujeres, muchas indocumentadas, perdieron la vida.
Las condiciones laborales de los trabajadores, especialmente de las mujeres, han cambiado muy poco. La violencia hacia la mujer continúa, lo demuestran los miles de casos de feminicidios alrededor del mundo. Las mujeres, siendo la mitad o más de la humanidad, han tenido que pelear por sus derechos y libertades, han tenido que evidenciar el maltrato, la violencia y la desigualdad con respecto al hombre, han tenido que escribir su propia Historia porque, a pesar de haber sido sujetos en la creación de la civilización a la par del hombre, no figuraban en ella.
Más que celebración debería funcionar como recordatorio de las carencias de derechos laborales, la violencia, feminicidios, muertes de mujeres muy jóvenes en abortos ilegales, la trata, las condiciones de esclavitud en las que trabajan muchas de ellas, la mutilación genital femenina. El sufrimiento de una mujer por ser mujer, en cualquier rincón del mundo sigue siendo causa suficiente para que la lucha del feminismo continúe.
El neoliberalismo favorece que las condiciones de la mujer estén muy lejos de mejorar. Un ejemplo son las granjas de gestación subrogada, que a través del uso del útero como fábrica, representan una de las formas más atroces de la maquila. La conciencia feminista puede ayudarnos a recuperar la noción de lo colectivo, alejarnos del individualismo y retomar los fundamentos de la igualdad. Ser conscientes de que la desigualdad no es natural ni tiene causas biológicas, es histórica y tiene un inicio, y por lo tanto puede tener un final.
Carmen Boullosa, escritora. Estoy convencida de que es más importante que nunca celebrar el Día de la Mujer. Se celebra este día para darnos un espacio para exigir visibilidad a las injusticias, y (debemos anotarlo) los crímenes de género. No sería ésta la hora de sentarse a no luchar, cuando la rama del Humanismo se troncha por la tormenta del XXI. Es hora de estar alerta: nuestro tiempo desea podar uno de los brotes más importantes del Humanismo, reverdecido en fechas recientes: el feminismo.
Estar alerta: ¿cuántas mujeres son asesinadas por su género cada día? ¿Cuántas traficadas, desaparecidas, robadas de su propia vida? ¿Cuántas son víctimas de crímenes e injusticias? ¿Podemos dejar pasar este día, día de lucha, día de exigir con los brazos cruzados? No. Definitivo no. No es posible esto. El @OchoDeMarzo debe ayudarnos a no naufragar en la zozobra colectiva.
Además porque tenemos más que un doble frente en 2018. No podemos permitir que oportunismos glotones y descarados, extremismos, ambiciones personales, descuidos o simples ridiculeces enturbien los logros del Feminismo Universal. Lo digo, para que no quepa duda, por el movimiento #MeToo: más nos vale exigir de éste la mayor coherencia y el más estricto rigor, debemos sacarlo de las manos de las redes y los chismes para someterlo al escrutinio riguroso del acuerdo legal ciudadano, para poder entonces celebrarlo festivos con el espíritu libre y libertario del #OchoDeMarzo. Tenemos que vigilarlo para no dejar caer esta oportunidad de oro —un logro singular que exige la denuncia de los actos de abusos sexuales de los poderosos—.
Que esta celebración nos sirva para decir: “Ni una más”, y en México “Ni uno más”. No queremos caídos por la violencia agravada con las armas y demandas del país del Norte y acrecentada por la corrupción, complicidad y desidia de nuestras autoridades.
Patricia Galeana, historiadora y directora del Museo de la Mujer. Nunca ha sido un día para celebrar, al contrario, es un día que más bien surgió como un día de recordación de las tragedias sufridas por las mujeres trabajadoras para lograr sus derechos.
No tenemos nada que celebrar cuando tenemos uno de los más altos índices de feminicidios de nuestro continente; cuando, a pesar de los esfuerzos no se ha logrado cambiar esta cultura en la que el hombre manda y la mujer obedece, y ahora tenemos violencia desde el noviazgo.
El tema de las mujeres que no pueden decidir sobre su cuerpo sigue pendiente, tenemos solamente en la Ciudad de México la posibilidad de interrumpir el embarazo y hay 18 estados en donde se criminaliza a las mujeres. De todos los estados de la República, sólo uno es gobernado por mujeres, igual que cuando Griselda Álvarez, en 1979, fue la primera mujer que llegó a una gubernatura. Tenemos mayor representatividad en el Poder Legislativo gracias al sistema de cuotas, pero nos falta mucho desde las presidencias municipales hasta las gubernaturas.
En el sistema educativo hay menos analfabetismo, pero todavía nos falta por avanzar: si vemos los cargos directivos de 41 instituciones públicas de educación superior, solamente tres están dirigidos por mujeres.
Ninguna sociedad en el mundo se queda estática, siempre se está avanzando, pero no hemos avanzado lo suficiente como para haber superado el tema de la violencia. Nos hace falta trabajar en tres pistas paralelas: el marco jurídico, que se conozca y se respete, tanto por la ciudadanía que debe exigir su cumplimiento, como por las autoridades. Desde la educación, en las aulas tiene que haber respeto a la persona independientemente de si es hombre o mujer o cualquier otra condición, desde preescolar hasta posgrado. Y en la educación informal, si los padres siguen golpeando a sus hijos, esto no abona en el adelanto de la sociedad como quisiéramos.
Uno de los lemas que se están manejando para acabar con la violencia, Ni una menos, me parece muy ilustrativo, hay que dejar de criar a princesas indefensas y machitos violentos. O sea, nada de princesitas indefensas todas vestidas de rosa y con una bola de moños y olanes que no pueden hacer los mismos juegos que los niños. Nada de machitos violentos, nada de tú no te dejes porque eres hombre, ¿tú por qué lloras si eres macho? Tenemos que acabar con esos esquemas.
Es un día de reflexión, para llamar a la ciudadanía, a las instituciones para ver cómo estamos y en qué hemos avanzado.