Venustiano Carranza, la muerte de un estadista

mayo 21, 2020

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Un día como hoy, hace cien años, el expresidente de México murió acribillado mientras dormía.

La diferencia entre un político y un estadista es que al primero le interesa tener el poder, al segundo fortalecer al Estado; el primero trabaja para la coyuntura y el segundo para trascender a su tiempo. El político se sirve de las instituciones del Estado, el segundo las construye.

Un día como hoy, hace cien años, murió acribillado mientras dormía, en un humilde jacal en la Sierra de Puebla, el presidente de México, Venustiano Carranza. Un levantamiento armado lo obligó a dejar la capital del país, quiso llegar a Veracruz, donde antes, en plena Revolución, había establecido su gobierno, pero los sublevados le cerraron el paso del ferrocarril y tuvo que irse a caballo a la sierra. Al pernoctar en Tlaxcalantongo, sus enemigos lo ultimaron.

Venustiano Carranza nació en un pueblecito del estado norteño de Coahuila, llamado Cuatro Ciénegas. Fue miembro de una familia de quince hermanos, su padre era juarista, o sea, republicano y liberal.

Carranza tuvo al presidente Benito Juárez como paradigma. Le tocó vivir en la dictadura de Porfirio Díaz, caudillo militar que le dio el triunfo a la República sobre la Intervención Francesa y el Segundo Imperio y que después le disputó el poder al presidente Juárez. Díaz no pudo derrocarlo, pero sí a su sucesor, Sebastián Lerdo de Tejada, abogado a quien Juárez quiso dejar en la presidencia, para que no llegara un militar que se entronizara en el poder, como había hecho el general Antonio López de Santa Anna.

Después de haber sufrido las arbitrariedades del poder militar y eclesiástico, Benito Juárez separó al Estado de la Iglesia y fue el primer civil que impuso su autoridad a los militares. Con estos antecedentes, Juárez se opuso a que Porfirio Díaz llegara al poder.

Sin embargo, a la muerte de Juárez, Díaz derrotó a Lerdo de Tejada, y estableció una dictadura de más de tres décadas. Ello llevó a que estallara la Revolución encabezada por Francisco I. Madero.

«Benito Juárez separó al Estado de la Iglesia y fue el primer civil que impuso su autoridad a los militares».

Carranza se había iniciado en la política en la etapa porfirista. Fue presidente municipal del lugar en que nació: Cuatro Ciénegas. Después fue diputado local y senador por su estado natal: Coahuila.

Cuando Madero inició el movimiento revolucionario, después de haber sido encarcelado por el dictador cuando realizaba su campaña como candidato presidencial por el Partido Antirreeleccionista, Carranza se fue con él. Al establecer su gobierno provisional, el presidente Madero lo nombra Secretario de Guerra y Marina. Después fue electo gobernador de Coahuila. Carranza no estuvo de acuerdo con la negociación de Madero con los porfiristas, que dejó intacto a su ejército, vio venir la contrarrevolución y trató de alertarlo, sin lograrlo, y el cuartelazo se consumó.

Carranza desconoció al usurpador, general Victoriano Huerta. Fue autorizado por el Congreso estatal a organizar fuerzas armadas para enfrentar al nuevo dictador militar. En el Plan de Guadalupe hizo el programa del movimiento revolucionario, que tuvo como objetivo restablecer el orden constitucional, roto por el cuartelazo. Carranza logró derrotar a Huerta en año y medio.

Durante el proceso revolucionario, el Jefe del Ejército Constitucionalista dictó leyes fundamentales para atender las demandas sociales. La Ley Agraria decretó el fin del latifundio y la dotación de tierras, la Ley del Municipio Libre reconoció al municipio como la célula esencial del Estado. Hizo también reformas laborales para reconocer sus derechos a los trabajadores, y promulgó la Ley de Divorcio, para emancipar a las mujeres de la esclavitud de los matrimonios disfuncionales.

El Jefe del Ejército Constitucional derrotó ideológicamente a las facciones revolucionarias que le disputaron el poder al triunfo de la Revolución Constitucionalista contra la contrarrevolución porfirista.

Mientras, el general invicto de la Revolución, tanto en la lucha contra Huerta, como en el periodo del enfrentamiento entre los grupos revolucionarios, fue Álvaro Obregón. La tercera etapa de la Revolución fue la más prolongada. Había movimientos armados por todo el país, en el sur zapatistas y en el norte villistas; por otra parte, estaban los grupos contrarrevolucionarios: los felicistas, seguidores de Félix Díaz, sobrino del dictador, y Manuel Peláez, financiado por las compañías petroleras extranjeras, entre otros. Además, el ejército estadounidense había entrado a territorio mexicano en la llamada Expedición Punitiva, persiguiendo a Villa. En este contexto Carranza decidió convocar al Congreso constituyente, para reestablecer el orden constitucional, e incorporar las leyes decretadas en el proceso revolucionario a la Constitución de 1857.

«El Jefe del Ejército Constitucionalista dictó leyes fundamentales para atender las demandas sociales. La Ley Agraria decretó el fin del latifundio y la dotación de tierras».​

El resultado fue una nueva Constitución. Carranza presentó un proyecto que fue discutido a lo largo de dos meses por los diputados constitucionalistas. Los constituyentes se dividieron entre los renovadores carrancistas, los jacobinos obregonistas y los equilibristas, que apoyaban indistintamente a los otros.

El proyecto de Carranza era moderado, no estaba de acuerdo con el sistema semi parlamentario de la Constitución de 1857, que estableció un régimen unicameral que otorgaba preeminencia al legislativo sobre el ejecutivo, dejando maniatado al presidente.

Es evidente que con el país incendiado, el ejecutivo tenía que poder tomar decisiones rápidas, así lo entendieron los constituyentes y aceptaron en este punto la propuesta de Carranza, de igual manera, don Venustiano aceptó que rebasaran su proyecto en temas sociales.

Se estableció que la educación sería laica, no solo en las escuelas públicas sino también en las privadas, y en el artículo 27 sobre el reparto agrario y el 123 sobre los derechos laborales, los constituyentes superaron al proyecto carrancista.

Carranza, como el hombre de Estado que era, aceptó la situación. Esta constitución, primera en el mundo que incorporó los derechos sociales, sigue vigente hasta la fecha, como prueba fehaciente de la visión de estadista de Carranza.

«La diplomacia no debe servir a intereses particulares, sino a la paz y cooperación internacional».

El presidente fundó las instituciones del Estado emanado de la Revolución y estableció una doctrina en materia de política exterior. México, como las naciones hermanas latinoamericanas, había sufrido el acoso internacional desde el inicio de su vida independiente. Las potencias europeas y Estados Unidos trataron de ocupar el lugar de la antigua metrópoli. El proceso expansionista estadounidense, culminó con la pérdida más de la mitad del territorio mexicano en 1848. En el ínterin, Francia bombardeó Veracruz, el principal puerto del Golfo en 1838 y Napoleón III quiso establecer un imperio subordinado del suyo de 1862 a 1867.

De estos dramáticos acontecimientos surgió la Doctrina Juárez de igualdad de los Estados, respeto a la independencia y soberanía nacional, no intervención y respeto a la autodeterminación de los pueblos, proscripción de la amenaza y el uso de la fuerza.

Como buen juarista, Carranza retomó todos estos principios para su política exterior y añadió que los extranjeros deben respetar la legislación del país en el que se encuentran y no buscar situaciones de privilegio respecto de los nacionales. Y también que la diplomacia no debe servir a intereses particulares, sino a la paz y cooperación internacional. Había tratado de parar la gran guerra europea antes de que Estados Unidos entrara en la misma, convirtiéndola en mundial.

«Sus principios se incorporaron a la Constitución en 1988 y son las directrices de la política exterior de México hasta la fecha».

El plan de Carranza era hacer un boicot internacional, de los países latinoamericanos a los países europeos que habían estado en guerra desde 1914. Una vez que el vecino del norte entró a la guerra, la iniciativa perdió sentido.

La Doctrina Carranza fue expuesta por el presidente frente al Congreso en 1918. Sus principios se incorporaron a la Constitución en 1988 y son las directrices de la política exterior de México hasta la fecha.

Al acercarse el fin de su periodo gubernamental, Carranza se opuso a que su sucesor fuera Álvaro Obregón, el general invicto de la Revolución. Apoyó a un civil. Los militares se levantaron en armas y acabaron con su gobierno y con su vida, pero su obra permanece hasta el tiempo presente.

PATRICIA GALEANA
EMBAJADORA DE MÉXICO EN COLOMBIA

Disponible en linea

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