Mujeres de la independencia de México
septiembre 13, 2019
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Cuando se habla sobre los principales personajes de la Independencia en México, salen los nombres de Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, José María Morelos y Pavón, entre otros.
Sin embargo, el descontento que se generó en la sociedad novohispana por las reformas emprendidas por la Corona española, llevó a que tanto hombres como mujeres de diversos estratos sociales comenzaran a considerar que la continuidad del régimen español en América era ilegítimo.
Aunque entre los protagonistas los nombres de mujeres que participaron, no abundan, su participación fue muy importante. Todavía queda mucho por saber acerca de las mujeres que lucharon por la Independencia. Por su condición de género, en la época se consideraba que el lugar que debían ocupar era el espacio privado, y esto implicó que desarrollaran estrategias particulares de lucha, sin las cuales el sostenimiento exitoso de la guerra por tiempo prolongado habría sido imposible.
La historiadora mexicana, Patricia Galeana Herrera, quien fuera directora del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México entre enero de 2013 y diciembre de 2018, señala en su libro “Mujeres en México, una historia olvidada”, que la vida de las mujeres de la clase media y de la clase alta, en los años anteriores a la Independencia y aun en los inicios de la misma, ocurría en el ámbito de lo privado.
La vida colonial llevaba tres siglos en México y esto se traducía en restricciones que limitaban a las mujeres al hogar, al convento o a la Iglesia. Clausuradas, enclaustradas, ya sea en la casa familiar (la del padre, marido o compañero) en las casas de Dios; o en las de recogimiento, de cualquier forma, la mujer vivía y permanecía en la cultura del silencio y la discreción.
Pese a lo anterior, investigaciones como la titulada «Mujeres de Latinoamérica en cifras», realizada por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) en 2003, demuestran que sin la participación de las mujeres el triunfo de la Independencia no hubiera sido posible y, a pesar de ello, sus acciones no son mencionadas de manera destacada en la historia.
La Guerra de Independencia, iniciada la madrugada del 16 de septiembre de 1810, en el pueblo de Dolores, en el actual estado de Guanajuato, contó, desde antes que estallara, con la participación de mujeres, como Josefa Ortiz de Domínguez, quien contribuyó en su organización en la ciudad de Querétaro.
Pero fueron miles las que siguieron a las fuerzas independentistas, las que participaron en los combates, las que caminaron y permanecieron al lado de las tropas para alimentarlas y para curar a los enfermos y heridos, muchas más aportaron su dinero, cuidaron a los huérfanos y huérfanas, sirvieron de correo, de informadoras, de guías por los caminos y veredas, y abastecieron con alimentos, agua, ropas y armamento a las fuerzas insurgentes.
En el texto «México, independencia, mujeres, olvido, resistencia, rebeldía, dignidad y rescate», de María de J. Rodríguez Guerrero, se indica que:
“Hay ejemplos de mujeres que al conocer la falta de alimento de los insurgentes en algunos momentos críticos, incluso ofrecieron la carne de su propio cuerpo para que ésta sirviera de alimento; por ejemplo en Heroínas de la Independencia, se narra que en el hoy estado de Guerrero, durante el sitio a Tlacotepec, cuando el hambre era angustiante para los insurgentes, ante el general Nicolás Bravo se presentaron Antonia Nava y su amiga Catalina González al frente de un grupo de mujeres, diciendo: ‘No podemos pelear, pero podemos servir de alimento para que sea repartido como ración a los soldados’, y Antonia intentó herirse con un puñal.
«Todos impidieron la acción y el desaliento desapareció de los soldados, entonces las mujeres se armaron de machetes y garrotes y salieron también a pelear contra el enemigo».
Patricia Galeana considera que muchas mujeres participaron activamente en la lucha por la independencia de México; sin embargo, pocas han sido rescatadas del olvido y, peor aun, nunca se ha reconocido la importancia que tuvieron sus acciones.
La historiografía sólo ha destacado a Josefa Ortiz de Domínguez, a Leona Vicario y, en menor medida a Mariana Rodríguez del Toro de Lazarín, a Gertrudis Boca Negra, quien fue fusilada en 1818 por los realistas, y a María Ignacia Rodríguez de Velasco y Osorio Barba ‘La Güera Rodríguez’, que trascendió no solo por su apoyo a la insurgencia sino por ser considerada en su época transgresora al deber femenino.
De algunas mujeres participantes en la Guerra de independencia solo se saben sus apellidos, como González, Moreno y La Mar, y de muchas otras únicamente quedó registrado el lugar de sus actos heroicos, como Soto la Marina y Huichapan, Manuela, Fermina, María, Tomasa, Luisa, Ana, Magdalena, Catalina, Gertrudis Jiménez, Juana Villaseñor, Mariana Anaya, Josefa Sixtos, Petra Arellano, Francisca Torres, Antonia Ochoa, Antonia Piña, María Dolores Basurto y su hija Margarita, Carmen Camacho, María de Jesús Iturbide, María Antonia García, María Andrea (La Campanera), son los nombres reales de algunas mujeres poco conocidas, que ofrendaron su vida por la patria y sin las cuales, probablemente la independencia de México no se hubiera consumado o su desenlace habría sido diferente.
Una de las máximas heroínas mexicanas, que arriesgó su libertad, su familia y su vida por la lucha contra la opresión a la que se encontraba sometido el pueblo de México es, sin duda la corregidora de Querétaro doña Josefa Ortiz de Domínguez, el nombre que llevó de soltera fue María de la Natividad Josefa Ortiz Girón, nació en Valladolid capital del Virreinato de la Nueva España, hoy Morelia, Michoacán, México; el 19 de marzo de 1771 (aunque algunos de sus biógrafos datan su fecha de nacimiento en el año de 1774 y otros consideran que fue el 8 de septiembre de 1768).
La participación de Josefa Ortiz de Domínguez en el movimiento insurgente fue muy activa, y aunque no estuvo directamente a los campos de batalla, sí participó en la preparación del movimiento insurgente, en la llamada “Conspiración de Querétaro” y en el aviso que envió a los insurgentes Allende e Hidalgo, para prevenirlos de que el movimiento había sido descubierto; información que propició adelantar la fecha de proclamación de la Independencia.
En la época de la Independencia hubo una que otra mujer decidida, irreverente y muy rebelde, entre éstas se encuentra María Ignacia Rodríguez de Velasco y Osorio Barba ‘La Güera Rodríguez.
Fue una mujer muy bella y de hablar rápido e ingenioso, fue famosa en toda la capital. Aprovechando que entraba en los salones más elegantes de México, escuchaba información valiosa para ayudar al movimiento independentista y enviaba noticias o las estrategias que iba a efectuar el ejército realista.
Gertrudis Bocanegra: Fue una mujer que participó también muy activamente en la Guerra de independencia. Hija de padre español y madre tarasca. Nació en Pátzcuaro, Michoacán. Se casó con un realista de apellido Lazo de la Vega quien por amor a ella abandonó las armas. Después del grito de Don Miguel Hidalgo, en Dolores, su marido y su hijo se unieron a la insurgencia con las fuerzas de Manuel Muñiz. Junto con su esposo salvó la vida a Francisco Javier Mina y a otros caudillos en más de una ocasión.
Leona Vicario Fernández: Jugó un papel definitivo durante la lucha por la independencia de México, hija de padres criollos, nació en Toluca, en 1789, quedó huérfana de padre siendo muy niña y a los 17 años huérfana de madre. Por disposición de ésta, quedó como tutor su tío Agustín Pomposo Fernández de San Salvador. Su vida hasta cierto punto fue novelesca y llena de aventuras.
En el despacho de su tutor conoció a Andrés Quintana Roo, ambos sentían simpatía por la insurgencia y se hicieron novios. A partir de ese momento arriesgándose, mandaba medicinas y mensajes solventados de su propio dinero. Uno de los hombres que le servía de correo fue aprehendido (Mariano Salazar); después de torturarlo dijo quién era la que mandaba pertrechos a las filas enemigas. Al saber Leona que habían sido descubiertos Andrés y ella se desplazaron hasta San Antonio Huixquilucan. Su tío, preocupado, como era hombre de respeto y alcurnia, logró que el virrey le concediera a Leona un indulto.
Paradójicamente, a pesar de su participación en favor de la libertad e igualdad, los acontecimientos posteriores al movimiento de independencia no ayudaron a que se considerara a las mujeres de una forma distinta, y se continuó aplicando modelos patriarcales y jerárquicos exactamente iguales a los que se empleaban antes de la Independencia.