No hay moral
julio 24, 2019
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Vaya paradoja. El presidente LópezObrador se ha declarado públicamente uno de los más grandes admiradores de Benito Juárez, pero viola con sus acciones la Constitución que nos rige, e ignora la historia de la intolerancia religiosa en México y su Estado confesional, destruyendo así el principal legado juarista: el Estado laico.
Frente a la diversidad de creencias que existen en nuestro país, el estadista oaxaqueño promovió y logró que los gobiernos civiles en México no tuvieran religión,“porque siendo su deber proteger imparcialmente la libertad que los gobernados tienen de seguir y practicar la religión que gusten adoptar, no llenarían fielmente este deber si fueran sectarios de alguna”.
En el ámbito de lo privado, por supuesto, cualquier funcionario es libre de profesar la fe que desee y está protegido por la Constitución: todas las personas en México tenemos “derecho a la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión”.
Llama la atención que AMLO utilice en su logotipo de gobierno la imagen de uno de los ex presidentes mejor evaluados en la historia del país y cite sus frases cotidianamente, pero intente abrir la puerta para que asociaciones religiosas o ministros de culto obtengan concesiones de radio y televisión o permite que se use un recinto gubernamental como el Palacio de BellasArtes, para homenajear a un líder religioso quien, por cierto, hoyes investigado por la justicia norteamericana.
Sobre el pensamiento del Benemérito de las Américas, al escribir El pensamiento laico de Benito Juárez, la historiadora Patricia Galeana retoma un discurso de 1840, donde profundiza y advierte que “… España subyugó a México con el derecho del más fuerte… Les inculcó las doctrinas de una ciega obediencia… Mezcló la política con la religión para revestir a sus máximas de una veneración que sólo a Dios es debida. Sistemó la intolerancia y el fanatismo…”
Por eso es muy grave que el gobierno federal en turno violente el principio histórico de la separación del Estado y las iglesias regulado en nuestra Constitución e ignore la prohibición de establecer preferencias o privilegios en favor de religión alguna y tampoco a favor o en contra de ninguna iglesia ni agrupación religiosa.
La ley es clara: prohíbe que las autoridades intervengan en la vida interna de asociaciones religiosas, como está haciendo hoy el gobierno federal al distribuir a través de la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas la Cartilla Moral que promueve AMLO, con los colores de su partido y que fue editada en tiempo y forma por la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos que en cambio, no tendrá a tiempo los libros para que los estudiantes inicien el nuevo ciclo escolar.
¿Es moral infringir la ley aunque el propósito sea hablar de moral? ¿No debería el gobierno promover el cumplimiento de la ley, los valores democráticos y predicar con el ejemplo? ¿El propósito es mezclar política y religión para lograrla veneración e impulsar la intolerancia y el fanatismo? Dice el refrán popular que no debemos hacer cosas buenas que parezcan malas… y el pueblo es sabio.
*Maestra en Derechos Humanos y Garantías.
Diputada Federal del Estado de México.